La industria petrolera venezolana
no puede estar peor. Todos sus números la colocan en el momento más infausto de
su historia, acercándola aceleradamente al punto más bajo de producción de 1.7 MMBD que alcanzó en 1985, cuando la OPEP redujo la
producción de 32 MMBD a 16 MMBD para presionar el alza de los precios.
Es una tragedia de la que hablamos a diario y cuyas
consecuencias y efectos seguirán golpeando a los venezolanos como jamás había
ocurrido desde que el petróleo apareció en la economía nacional para generar
riqueza y bienestar.
En la gráfica que acompaño seguidamente, se puede observar
que desde que se inicia en 1999 la transición de la democracia a la actual
dictadura, la producción petrolera emprende un descenso indetenible.
Es importante
recordar que en los años 80 los altos precios del petróleo habían reducido la
demanda y generado una mayor producción por parte de los países no
pertenecientes a la Opep (esto se mantiene, los países fuera de la OPEP suplen el
57.7 MMBD del mercado frente a 32.8 MMBD
de la OPEP). Este hecho hizo perder
capacidad a la organización para defender los precios del petróleo, lo que la
condujo inexorablemente al colapso y con ella al propio modelo rentista en el
ámbito internacional.
Afortunadamente a partir de 1986 una nueva política
energética basada en la competitividad, la apertura y la meritocracia,
permitieron que Venezuela abandonara la política de reducir volúmenes para defender
la renta por barril e incrementar sostenidamente la producción de petróleo, la
cual pasó de 1.7 a 3.3 millones de barriles diarios entre 1985 y 1997.
La actual crisis tiene semejanzas, porque parte de la
misma idea "rentista" de reducir la producción para presionar los
precios al alza, no obstante, ahora es más profunda. Inéditos elementos se han
sumado para llenar de penumbras el presente y el futuro. Venezuela, ya no es el
rico y poderoso país petrolero. Su situación es más complicada y difícil que en
aquellos anos 80. Sin embargo debemos reaccionar con un plan y sobre todo estar
conscientes del tamaño del problema al que nos estamos enfrentamos para lograr superar
este aciago momento. La lista de los desafíos es larga, sin embargo mencionaré
algunos, solo a título referencial:
1. Derrotar la dictadura, cambiar el gobierno es sin
duda la prioridad;
2. Construir una nueva política energética, rescatar
la meritocracia y superar la mediocridad incrustada en PDVSA;
2. Enfrentar la corrupción en PDVSA, en los Ministerios
de Energía y Petróleo y en todas las instancias relacionadas con el ámbito energético;
3. Acabar con los malos negocios y eliminar o reestructurar
los contratos de sumisito que la dictadura firmó con sus socios políticos en
detrimento del país;
4. Iniciar un proceso de cobro de los miles de
millones de dólares que no han pagado esos socios como Cuba y los concentrados
en ALBA, Petrocaribe y otras figuras creadas por la dictadura;
5. Iniciar una limpieza de la nómina de PDVSA que ya
supera los 170 mil trabajadores, cuando debería tener cerca de 40 mil como fue
hasta que se produjo el "genocidio laboral" en 2003 con el despido de
cerca de 20 mil trabajadores por parte del "padre" de la destrucción
de la economía venezolana.
6. Dar respuesta a los nuevos escenarios en que las
energías renovables avanzan copando cada vez más mercados que antes se cubrían
con petróleo;
7. Competir en los mercados petroleros que se
mantendrán, teniendo en cuenta el papel que tendrán EEUU, Brasil y Canadá, señalados
por las agencias internacionales como los principales proveedores en el hemisferio
occidental para las próximas décadas (Venezuela no aparece en esa lista);
8. Asumir esa competencia con una industria
destartalada, vuelta chatarra por falta de mantenimiento, con pozos abandonados
y un sector eléctrico colapsado en vías de destrucción por la mano perversa y criminal
de la peor dictadura que el país haya conocido en su historia;
9. Desarrollar nuevas fuentes de energías para
diversificar el suministro nacional;
10. Repatriar a los miles de profesionales y
científicos venezolanos que se han marchado buscando nuevos horizontes y que lo
han logrado desarrollando exitosos proyectos en el ámbito de las energías renovables
y convencionales;
11. Construir un marco legal apropiado para la
transformación que el país necesita;
El desafío es titánico, pero otra opción no hay. El
único camino es hacerle frente a esta cruda realidad para evitar daños aun peores
a los que ya estamos padeciendo.
Abajo la dictadura y arriba Venezuela!!