En una sentencia sin precedentes en toda Europa, la Corte Federal Administrativa federal austriaca rechazó los planes de
ampliación del aeropuerto de Viena bajo el argumento de que una tercera pista
en el aeródromo implicaría un aumento significativo de las emisiones del país.
Todo ello en un momento en el que, según el acuerdo del clima de París y los
compromisos con la Unión Europea, Austria se ha comprometido a reducir sus
emisiones de dióxido de carbono y la ampliación haría más difícil alcanzar esos
objetivos. “El tribunal ha decidido que los objetivos ambientales de largo
plazo tienen más importancia frente a la creación de empleo o el desarrollo económico
inmediatos”, asegura Sigrid
Stagl, directora del Instituto de Economía Ecológica, de la Universidad de
Económicas de Viena. “La justicia lanza un mensaje muy importante. Si inviertes
en una infraestructura que produce elevadas emisiones de CO2 y esta sentencia
crea jurisprudencia, quizás tu inversión no tenga una vida útil dentro de 20
años. Es decir, que en este momento invertir en infraestructuras con uso
intensivo de carbono es una inversión de alto riesgo”, recalca.
Su compañero, el profesor
Stefan Giljum, insiste en la necesidad
de introducir un marco político y económico para impulsar ese cambio de modelo.
“Y ahí juega un papel decisivo la política fiscal. Hay que imponer una tasa
ambiental que penalice el consumo de materias primas y la utilización de
recursos a cambio de abaratar la fiscalidad y el coste del empleo”, subraya.
“Es más fácil hacer ese cambio estructural si tomamos las decisiones apropiadas
cuanto antes, si permitimos que las empresas adapten su planificación, sus
infraestructuras y sus inversiones pronto, si nos posicionamos como un país a
la cabeza de ese cambio y desarrollamos la tecnología que luego podemos
exportar a los demás”, añade la profesora Stagl.
Esta decisión adquiere mayor importancia ahora que el debate sobre una nueva revolución industrial aparece en el horizonte, caracterizada por un modo circular de producir. En otras palabras, frente al modelo tradicional de economía lineal basado en extraer, producir, usar y tirar, la economía circular pasa por reparar, reutilizar y reciclar nuestros recursos, en definición de Francesc Gambús, eurodiputado popular, durante un seminario organizado en Logroño por la oficina del Parlamento Europeo en España. “Esta es la revolución industrial del siglo XXI, la base de transformación de nuestra economía”, remata.
Fuente:Esta decisión adquiere mayor importancia ahora que el debate sobre una nueva revolución industrial aparece en el horizonte, caracterizada por un modo circular de producir. En otras palabras, frente al modelo tradicional de economía lineal basado en extraer, producir, usar y tirar, la economía circular pasa por reparar, reutilizar y reciclar nuestros recursos, en definición de Francesc Gambús, eurodiputado popular, durante un seminario organizado en Logroño por la oficina del Parlamento Europeo en España. “Esta es la revolución industrial del siglo XXI, la base de transformación de nuestra economía”, remata.
Elpais.es
ALICIA GONZÁLEZ.
Viena