Un titular como el que estoy
sugiriendo para estas líneas podría parecer, o una mentira, una exageración o
un chiste del día de los inocentes que termina con la expresión “caíste por
inocente”. Pero no, el gobierno de AMLO en un acto de irresponsabilidad, de
ignorancia y quizás en respaldo a quién sabe que tipo de oscuros intereses está
impidiendo y frenando la tan necesaria y urgente transición energética hacia
las energías renovables (ER) en México.
El pasado miércoles 10 de junio
la Comisión Federal de Electricidad (CFE) dio un paso más en esa
dirección y anunció que aumentará las tarifas que pagan algunos de los
generadores privados por utilizar su red de transmisión, con lo
cual la de alta y media pasarán de 0.049 pesos a 0.2785 y 0.2586
pesos por kilowatt hora y la tarifa de baja tensión pasará de 0.09799
pesos a 0.8928 por kilowatt hora, es decir, un 800%.
El golpe tarifario se suma a otras acciones mediante
las cuales el Gobierno mexicano pretende fortalecer el uso de combustibles
fósiles y poner freno al desarrollo de las ER. Tal es el
caso del Acuerdo de la Secretaría de Energía publicada
el pasado 29 de abril que bajo el argumento de garantizar la “confiabilidad del
sistema” durante la pandemia, establece la suspensión de pruebas preoperativas
de las Centrales Eléctricas Intermitentes eólicas y fotovoltaicas en proceso
de operación comercial, poniendo en grave riesgo a 26
centrales eólicas y 18 fotovoltaicas, que entrarían en operación
en los próximos 20 meses en 18 entidades federativas y que dejaría en la
incertidumbre tanto a los cerca de 30 mil trabajadores de esa industria, como a
las inversiones directas ya realizadas que superan los 6 mil 400 millones de
dólares.
Estas lamentables acciones que colocan al gobierno de AMLO
de espalda a la lucha para enfrentar el cambio climático no debe sorprendernos.
Como se recordará el director general de la Comisión Federal de Electricidad
Manuel Bartlett, declaró el 10 de octubre de 2019 que las ER
“son demasiado caras” porque requieren de un respaldo de plantas de energías
convencionales como son el gas, diésel y combustóleo. “Es un gran mito esto de
que las limpias generan una gran facilidad y una energía muy barata, eso es
mentira”, agregó “cuando no hay sol o no hay viento, tiene que haber el
respaldo, eso es de lo que se olvidan…”. Esas apreciaciones, absurdas,
superficiales, carentes de todo sentido común y de una mínima información, son
tan huecas como afirmar, que las plantas termoeléctricas son una farsa porque
cuando no les llega combustible no funcionan, o que las hidroeléctricas son un
mito porque cuando no hay agua no tienen potencia para generar energía, o que
un auto es un fiasco porque sin gasolina o diésel no enciende.
Solo por citar algunos casos, Costa Rica genera cerca
del 100% de su electricidad de fuentes renovables, (95% hidroeléctrica),
Uruguay 40% de fuente eólica, y Noruega 100% renovable (98% hidroeléctrica),
pero todos cuentan con plantas termoeléctricas de respaldo para disponer de un
suministro seguro para el caso de alguna falla. ¿Le parece esto absurdo señor
Bartlet, o extraño?, pues no, es normal y así funciona para poder contar con
seguridad energética.
A México le urge sin demora impulsar la transición a
las ER por una razón muy simple, además de muchas otras, su electricidad
proviene casi en un 80 % de fuentes convencionales (fósiles), con lo cual se
encuentra entre las matrices energéticas más sucias del mundo.
Para citar otro ejemplo, quiero mencionar el caso
de Alemania. En 1990 con el propósito de promover la diversificación de las
fuentes de ER ese país promulgó la ley de alimentación de electricidad (LAE) a
la red pública (Stromeinspeisungsgesetz) que entró en vigor el 1 de enero de
1991. La ley con solo 5 artículos reguló la compra de la electricidad por
parte de las empresas públicas de suministro obtenida exclusivamente de
fuentes renovables, tales como: la hidroeléctrica, eólica, solar, gas de
vertederos, gas de aguas residuales y biomasa (art. 1). En su art. 2
estableció la obligación de las empresas de suministro de electricidad de
comprar la electricidad generada en su área a partir de ER y a remunerar la
electricidad suministrada por los generadores, a un precio mínimo determinado.
Dicho de otro modo, la ley otorgó a los operadores de plantas para la
generación de electricidad a partir de las ER, el derecho a recibir de las
empresas suministradoras de electricidad una remuneración mínima por la
electricidad inyectada a la red. Esta Ley despejó el camino para el
crecimiento de la generación de ER en Alemania, no sin que hubiera
resistencia. De hecho, las grandes empresas de servicios públicos lucharon
contra esta ley e intentaron innumerables acciones alegando sus
inconstitucionalidad e ilegalidad. No obstante, de todas esas acciones salió
fortalecida en instancias como el Tribunal Constitucional Federal, el Tribunal
Federal de Justicia y en el propio Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
La determinación de transformar el mix energético en
Alemania conllevó a la aprobación de 5 leyes sobre las ER, cuyo resultado puede
resumirse en que en menos de 30 años, la generación y el consumo de ER se multiplicó por 10, al pasar de 3,6% en
1991, a más del 40% en 2019. Véase el gráfico.
Pero además, en 2019, de los 513 mil millones de
kilovatios hora de electricidad generados, 236 mil millones correspondieron a
fuentes de ER, es decir, el 42%, y de esa cantidad cerca del 40%, o lo que es
lo mismo, cerca de 100 mil millones de kilovatios fueron generados por empresas
ciudadanas.
Cuando
comenzó a desarrollarse la ruta para promover las ER en Alemania, sus costos
eran muy altos en comparación con las convencionales, quizás es el atributo que
ahora solo recuerda e invoca a su conveniencia Manuel Bartlett, pero ya han
pasado 30 años y en esas tres décadas mucho ha cambiado, al punto que hoy
las ER son más económicas que las de origen fósil. Sobre esto existe abundante
literatura y bastaría con leer los informes de la Agencia Internacional de las
Energías Renovables IRENA para corroborarlo. Las ER no solo son
más baratas, sino que han entrado en un ciclo virtuoso de caída de costos
debido al desarrollo y la innovación tecnológica. Los módulos fotovoltaicos
solares han bajado alrededor de un 80% desde finales de 2009, mientras que los
precios de las turbinas eólicas han caído entre un 30 y un 40%.
Pero
adicionalmente al no producir emisiones de gases contaminantes, generan cientos
de millones de dólares en ahorro por gastos de salud y daños al medio ambiente.
Estimados
lectores, saquen ustedes sus propias conclusiones, pero me queda claro que
tanto AMLO como el Sr. Bartlett no son muy amigos de las ER sino adictos a las
energías convencionales. Esto debe cambiar en México, es inmerecido.