Paradojas,
ironías, contradicciones, angustias, frustraciones, impotencia. Esta nueva
crisis tiene de todo un poco, es un cóctel de más preguntas que respuestas. Una
de las ironías y no para celebrar, es que el coronavirus, ha mejorado el medio
ambiente y nos replantea del desafío de mover la economía en otra dirección, de
impulsar sin más demora una transición y transformación energética y con ello desacoplar
el desarrollo económico del consumo de energía fósil. Solo China emite por año
cerca de 10 mil millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, es decir,
cerca de 28 millones de toneladas métricas diarias, pero de pronto ha dejado de
emitir el 25%, lo que significa aproximadamente 7 millones de toneladas
métricas diarias, un estimado de 210 millones de toneladas en un mes, cerca de
lo que emite España en 1 año, 4 veces más que Ecuador, Dinamarca y Finlandia,
también en 1 año, solo por mostrar algunos ejemplos.
Las
imágenes satelitales de la NASA muestran que la atmósfera sobre China se
encuentra limpia de emisiones, lo cual obedece claramente a la desmovilización
de la población, al cierre de miles de fábricas y empresas de la provincia de
Wuhan, la ciudad de 11 millones de habitantes convertida en el epicentro del
brote de Coronavirus.
Por
otro lado, como lo ha manifestado Amy Jaffe, experta en temas de política
energética global, el virus está cambiando nuestros hábitos de una forma que
puede contribuir a luchar contra el cambio climático a largo plazo: trabajar
desde casa; reuniones por videoconferencia, trabajar menos días; o escalonar
las horas de oficina para reducir el tráfico. Esto es bueno!
Si
aprendemos de esta lección, el Coronavirus nos habrá dado la oportunidad de
ilustrarnos sobre cuan descarrilados andamos, pero además hacernos conscientes
que vivimos una crisis climática aguda que causa diariamente la muerte de
millones de personas y especies vivas en el mundo. Es bueno recordar, por
ejemplo, como lo afirma Luiri Myllyvirta coautora de un estudio publicado por
Greenpeace, que los combustibles fósiles son responsables de 4.5 millones de
muertes relacionadas con la contaminación del aire cada año, aparte de los
impactos climáticos, esto es, 12 mil muertes diarias. Hasta ahora los
fallecidos por el Coronaviros apenas superan los 3000 en todo el mundo y
esperemos que no sean muchos más.
Por
otro lado, como lo sostiene Jon Erickson, economista ecológico del Instituto
Gend de la Universidad de Germont, la única vez que observamos una reducción
significativa de las emisiones de gases contaminantes es cuando los países, o
el mundo entran en recesión. Sin embargo y aunque las recesiones son buenas
para el clima, son terribles para la gente, particularmente para los más pobres
y vulnerables.
Por
todo ello, esta nueva crisis y las que vendrán, nos obligan y reclaman seguir
debatiendo y actuando con políticas, acciones e iniciativas efectivas para:
1.Cambiar
el modelo económico y energético,
2.Impulsar
el desarrollo tecnológico, la eficiencia y el ahorro energético, para lograr el
desacoplamiento del crecimiento económico de la quema de fuentes de energía
fósil,
3.Cambiar
la cultura y hábitos del consumismo depredador de recursos, y
3.Reflexionar
sobre los aspectos negativos de la globalización que afectan la producción de
bienes y servicios locales.
Esta
crisis está haciendo visible lo que hacemos mal y que debemos cambiar.