La
pandemia provocada por la Covid-19 ha desplomado la demanda mundial y el precio
del petróleo. El intento de almacenar tanto crudo como fuera posible esperando
la recuperación de la economía ha fracasado. Los espacios para guardarlo se
acabaron y los buques que lo transportan se abarrotaron, mientras el
coronavirus continúa golpeando.
El
petróleo bajo cero. La tormenta perfecta se presentó cuando frente a la
inminente pandemia desde el mes de febrero, declarada oficialmente por la OMS
el 11 de marzo, Rusia y Arabia Saudita decidieron echar más leña al fuego
inundando los mercados con más crudo de lo que se necesitaba. Cuando intentaron
corregir mediante un acuerdo el 9 de abril ya era demasiado tarde. Al
paso de los días la demanda continuó cayendo y la oferta subiendo hasta llegar
al "lunes negro" 20 de abril 2020 cuando los precios negativos
aparecieron por primera vez. Lo insólito ocurrió: los comercializadores de
crudo en Estados Unidos pagaban a los compradores de petróleo para que les
quitaran el petróleo de las manos que por momentos bajó a menos $ 40 por
barril.
Lo
cierto es que el golpe que le ha dado el Coronavirus a la industria petrolera
se parece mucho al que ha dado a toda la sociedad, una lección para no olvidar
jamás. Ha sido un ataque sorpresivo y contundente, pero sobre el que había
evidencias. Tal como lo advirtió Bill Gate en 2015, antes lo había hecho en un informe
el Instituto Robert Koch (IRK) de Alemania. En efecto el IRK en 2012 hizo
revelaciones como si dispusiera de una bola de cristal. De hecho, parte de una
simulación en la que un virus de origen asiático bautizado como «Modi SARS»
llega a Alemania. Para enfrentar esta hipotética probabilidad se elaboró un
protocolo de actuación con lo cual se pudo responder a tiempo y evitar una
catástrofe mayor. Esto explicaría porque Alemania solo registra menos de 5 mil
muertes frente a los más de 20 mil de España, Italia, Francia con ligeramente
menos infectados. De hecho, presenta más casos que el Reino Unido, mientras ese
país ya registra mas de 16 mil muertos.
Ahora
bien, que tiene esto que ver con la actual crisis de los precios del petróleo
ocasionada por la paralización global de la economía debido a la incursión en
nuestras vidas de la Covid-19?
En el
mudo empresarial, político, militar y sanitario, por referirme solo a algunos
sectores, existen métodos, estrategias, planes de prevención y detección
temprana de amenazas. En el caso de la industria petrolera, la amenaza se viene
incubando, como la actual pandemia ignorada por muchos gobiernos, desde hace
varios años debido a 5 razones fundamentales:
1.
El petróleo, junto al carbón y al gas natural como fuente de energía
fósil es el causante de al menos las dos terceras partes de las emisiones de
gases contaminantes y por lo tanto del debilitamiento de la salud medio ambiental,
del desequilibrio del sistema climático, del agujero de la capa de ozono y de
la muerte de más de 4.5 millones de personas en el mundo debido a enfermedades
respiratorias, por lo tanto, ya no representa una alternativa energética con la
cual podamos seguir conviviendo. Debe ser reemplazado.
2.
Como hemos entrado en la era de la electrificación donde todas las actividades
industriales, económicas, residenciales, de movilidad, pueden realizarse con
energía renovable cuyas tecnologías no solo han demostrado mayor eficiencia y
menores costos, sino que representan una fuente hasta ahora inagotable a la
disposición de todas las naciones de modo gratuito: el viento, el sol, los
mares etc., es posible dar un viraje que nos conduzca a una sociedad mucho más
igualitaria que enfrente con determinación a la pobreza y a la exclusión.
3. Las
energías fósiles son propensas a inestabilidad, guerras y concentración de
poder político y económico, dado a que obedecen a una lógica centralizada,
mientras que las renovables responden a una lógica democrática, descentralizada
y se enmarcan en la aspiración de la comunidad internacional de ir tras la
senda del desarrollo sostenible y todo lo que ello implica.
4.
Las fuentes fósiles actúan bajo reglas que imponen los mercados, con lo
cual los precios están sometidos a los vaivenes políticos, económicos, a las
estrategias que reflejan los intereses de las élites nacionales e
internacionales. De hecho, esta no es la primera crisis de los precios del
petróleo, quizás si la peor como lo serán sus efectos. Cuando suben, los
petro-estados se llenan dinero y cuando bajan se endeudan y con ellos los
niveles de pobreza y miseria superan la situación previa a la subida.
5.
El petróleo y la crisis auscultada en su ADN que ya no responde a los
patrones ni a las metas de una sociedad más verde y limpia, se está comportando
como un virus. Cada mutación viene con un efecto mayor. Como se recordará a
mediados de los 80 al desplomarse los precios, la OPEC alcanzó un recorte de la
producción inimaginable para buscar que los precios se recuperaran, al punto
que la redujo de 32 MMBD a 16 MMBD en 1985 y sin embargo los precios no dejaron
de caer hasta llegar a 8 dólares. Esta situación nos condujo a una catástrofe
económica, calificando la década de los 80 como la década perdida.
La
recuperación de la industria petrolera, así como de la economía en general debe
ser objeto de un gran debate global. Como sabemos el 80% del consumo energético
proviene de la energía fósil, es decir, estamos parados sobre un volcán en
erupciones intermitentes. El debate debe incluir con urgencia una ruta verde,
un pacto verde para todas las naciones. Es importante asumir que es más
costoso adaptarnos a los efectos
de seguir quemando combustibles fósiles que producir un cambio hacia las
energías limpias.
No hay
tiempo que perder, o seguiremos dependiendo de las emergencias para que algo
cambie. Sino vemos las amenazas y aunque viéndolas volteamos la mirada, más y
peores tragedias vamos a padecer. Mucha razón tenía Georges Clemenceau cuando
dijo “El hombre absurdo es el que no cambia nunca”.
Por
ahora el petróleo sigue en la UCI.
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